miércoles, 1 de diciembre de 2010

Arte y Cultura de Solidaridad


Conferencia inaugural del XI Encuentro Internacional: “Arte y Revolución”
Arte y Cultura de Solidaridad

Por: Ángel Pichardo Almonte

Del 19 al 22 de marzo de 2009, Justicia Global realizó su XI Encuentro Internacional: “Arte y Revolución” en Santo Domingo, República Dominicana. El evento buscaba aportar a la construcción del vínculo entre el arte y los procesos revolucionarios, y contó con la participación de representantes internacionales tales como Ramón Cardona, de la Federación Sindical Mundial; Felipe Machaca, de la Central Obrera Boliviana y el escritor venezolano Luis Britto García. A continuación presentamos las palabras del Dr. Ángel Pichardo Almonte en la conferencia inaugural del Encuentro, pronunciada la noche del jueves 19 de marzo en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Con esta conferencia, me propongo contribuir al desmonte de varios prejuicios o falsas nociones que hoy día se sostienen sobre el arte y las personas artistas. Desarrollare una propuesta de concepción y práctica del arte revolucionario. Con cada uno de estos planteamientos procuraré ubicar nuestra propuesta artística desde un posicionamiento ideológico claro y a partir de los intereses de las grandes mayorías.

Por tanto, a través de esta conferencia plantearé siete propuestas fundamentales:

Que a través del arte podemos promover la convicción de que una sociedad nueva es posible.

En segundo lugar, que con el arte debemos presentar la realidad, no a partir de una visión distorsionada, sino a partir de los intereses de las mayorías.

En tercer lugar, que promovamos el arte como instrumento de movilización para que en vez de alienar, libere.

En cuarto lugar, que promovamos los valores de la solidaridad, la cooperación, la alegría, el amor.

En quinto lugar, que ante lo conservador, planteemos lo revolucionario.

En sexto lugar, que evidenciemos el papel del arte en los procesos históricos del pueblo organizado.

Por último y en séptimo lugar, que promovamos el compromiso de los y las artistas con la transformación de esta sociedad de dominación por una cultura de solidaridad.

Para esto, quiero iniciar con una reflexión sobre lo que es el arte, pues a pesar de parecer algo muy evidente, no lo es. De hecho, la definición que tengamos para el arte en gran medida depende de nuestra concepción de la realidad, del poder y de las relaciones entre las personas.

Por tanto, para establecer nuestra definición, negamos aquellas concepciones que plantean que el arte es algo que nada tiene que ver con la política. Negamos las concepciones que plantean que los y las artistas no hacen política y rechazamos que una cosa es la política y otra cosa es el arte.

A nuestro entender, el arte es la creación de una obra, que transmite ideas y creencias basadas en un posicionamiento ideológico y teórico. El arte busca establecer una interpretación de la sociedad, sus situaciones o fenómenos individuales y colectivos. La forma en la que el arte transmite dichas ideas e interpretación de la realidad es a través de la creación original de sonidos, formas, historias que generan pensamientos y sentimientos que exaltan el espíritu, hacen reflexionar y crean adhesión, empatía o rechazo.

Mucho se ha planteado de sobre la supuesta neutralidad del arte, llegando al punto de que no sólo se cree que el arte como actividad humana está desligada de lo ideológico y de lo político, sino que además se promueve la visión estereotipada de un artista conflictivo, egoísta, indisciplinado y disociado de la realidad.

Esta visión engañosa del arte ha permitido que las élites dominantes utilicen el arte para trasmitir su visión de mundo, de sociedad, de relaciones entre las personas y de las personas mismas. Todo esto mientras exaltan la supuesta neutralidad del arte como un criterio de su excelencia.

Así como desde la ciencia positivista dominante se promueve una falsa concepción de la objetividad de la ciencia, y así como desde los medios de comunicación de élites se promueve una falsa imagen de neutralidad, así también sucede con el arte. Desde los sectores dominantes se promueve la noción de que la ciencia, los medios de comunicación y el arte son neutrales y de esta manera pretenden engañar a la población haciendo parecer que sus intereses y sus ideas son los intereses e ideas de todo el mundo, siendo esto falso.

En el caso del arte existen numerosos ejemplos en la historia que muestran que el arte nunca ha estado desligado de la política o de la ideología, que nunca ha sido neutral. El arte ha sido utilizado por los imperios que han sometido a los pueblos, contribuyendo a la alienación. Como ejemplo podemos reseñar el papel que han jugado las novelas épicas que han buscado relatar, como si fueran acciones heroicas, la conquista de “pueblos salvajes” o la imposición de unas creencias sobre otras consideradas más “atrasadas”.

A través de las novelas, la escultura, la pintura, el imperialismo europeo construyó una imagen de las civilizaciones de África, Asia y América, como representantes de “lo salvaje”, de “lo lejano” y “lo atrasado”. Esta imagen justificaba, ante sus propios ojos, la fuerza “modernizante” del imperialismo europeo. Por esto, las potencias imperiales de Occidente siempre han promovido a través de su arte alienante una visión de Asia y de África como algo homogéneo, confuso y “bárbaro”, negando así la inmensa diversidad de estos vastos continentes.

Un ejemplo de esto lo constituye la ópera Aída de Giusseppe Verdi, la cual, fue escrita por encargo de un Virrey, quien pidió una ópera sobre la cultura egipcia, que en esa época estaba muy de moda. Verdi ni siquiera había ido a Egipto, por lo que pidió a un amigo que le contase cómo era y a partir de ahí compuso Aída. Sin embargo, esa ópera es una de las más promovidas para expresar la visión europea de “cómo era eso llamado Oriente”.


Como un ejemplo más cercano, en la ciudad de NY, por ejemplo, es impresionante ver la cantidad de expresiones del arte visual, alegóricas al 11 de septiembre 2001. En algunas, se presenta “el horror provocado por un odio inexplicable” y se puede rápidamente identificar en un lado con las torres derrumbadas a personas con turbantes y barbas, “señal inconfundible” para Occidente de lo que se quiere asociar a las personas seguidoras del Islam. Debajo de ellos aparece una señal que dice “their profits” o “sus beneficios”. Por otro lado, levantando las torres de los cimientos se ve un grupo de personas ensacadas, que la levantan, y debajo se lee “our community”, ’nuestra comunidad’. Este tipo de murales -como otras- son expresión de cómo el imperio estadounidense quiere promover la imagen del mundo árabe para justificar su dominación militar, económica, política, y social en el Medio Oriente.


Para continuar evidenciando que la utilización del arte desde intereses preestablecidos no es un fenómeno nuevo, tenemos más ejemplos del papel que ha jugado la manipulación a través del arte en la historia. Para esto podemos tomar la Ilustración, periodo que es importante para la vida de los pueblos, por la repercusión que tuvo y sigue teniendo en la forma en cómo se construye la lógica del pensamiento. El siglo XVIII en Europa se constituyó en punto de partida radical de separación, no sólo de una forma de pensamiento, sino también una forma de expresión y transmisión de ese pensamiento a través del arte.

En el mismo siglo XVIII, en 1783, podemos tomar como ejemplo una obra de arte importante que marca la ruptura con el periodo anterior, la Pesadilla de Fuseli, la cual se introduce en la discusión sobre los sueños para ilustrar la idea de que los sueños nada tienen que ver con supersticiones ni demonios. Esta obra se enmarca dentro de la posición de las ciencias médicas de ese entonces, en la cuál se apoyó el filósofo Kant, y que planteaba que los sueños son producto de procesos fisiológicos del ser humano. Aquí se evidencia una alianza entre el arte, las ciencias médicas y la filosofía. Queda demostrado cómo el arte se usaba para negar las costumbres y la moral tradicionales que se basaban en las supersticiones; y cómo debía promover a la razón como “motor principal del conocimiento”.

En este contexto histórico, las denominadas obras de arte adquieren repercusión cuando son asumidas por la academia –como la Royal Academy de Londres- o cuando se asumen en exposiciones que le dan trascendencia internacional. Por tanto, los museos que surgen en el mismo siglo XVIII lo hacen como espacios para promover una visión interesada de los procesos históricos a través de las obras de arte que reflejan sus intereses.

Cito lo planteado por Lafonte De Saint Geine, inventor de la crítica de arte moderno, cuando pide desde 1754 que los cuadros históricos sean “una escuela de costumbres” y adopten como tema “las acciones virtuosas y heroicas de los grandes hombres, ejemplos de humanidad, generosidad, grandeza y valor”. Se entiende que esa “voluntad de moral en el arte puede ser convencional, conservadora e incluso oscurantista”.

La reflexión de la racionalidad alrededor del arte, nos lleva a comprender la intención de que con el arte se promueva una interpretación del mundo basada en la razón y que niegue lo considerado como “supersticioso” y no racional. Esto aporta a todo lo que ha permitido, desde la razón, justificar la dominación por parte de quienes se consideran seres con racionalidad, en el caso de los hombres, a otros seres considerados con menos racionalidad. Por tanto desde el arte también se ha contribuido a justificar un sometimiento a partir de la razón, sobre los otros seres que supuestamente tienen menos o no tienen racionalidad.

La reducción del ser humano a la racionalidad ha contribuido también a la visión de separar a la persona artista de su obra. Esto, puesto que es cierto que lo que se presenta a través del arte trasciende el lenguaje racional y toca otras dimensiones del ser humano. Por lo tanto, muchas veces un o una artista no puede “explicar racionalmente” lo que ha logrado transmitir con su obra, pero esto no quiere decir que no lo “comprenda” desde otras dimensiones del ser o que no sea consciente de ello. Asimismo, muchas veces cuando se separa la obra del y la artista es parte de la noción egoísta que niega la dimensión social del ser humano. Es cierto que podemos decir que la obra una vez se presenta y se comparte deja de ser “propia” y trasciende la persona individual, convirtiéndose en una vivencia colectiva. Pero esto no hace que se separe la obra del o la artista, al contrario, se funden más ambos a partir de dicha vivencia colectiva.

Como veíamos antes, el imperialismo sigue utilizando el arte para promover su visión interesada de la historia y en la mayoría de los casos, presentar una situación o fenómeno distorsionado de la realidad, para promover un estilo de vida basado en el consumismo y para negar la posibilidad de relaciones sociales basadas en la solidaridad, el amor y el respeto entre los seres humanos. El poder del cine, por ejemplo, considerado desde 1911 como el séptimo arte, ha llegado a tal punto que ha provocado que mucha gente piense -como se presenta en las películas- que los aborígenes son seres despiadados y tontos, que los vietnamitas que se defendían de la invasión norteamericana, eran los agresores y villanos, hasta llegar a hacer creer a la gente nociones como que “todos los chinos son karatecas”.

Vemos cómo a través de las películas de Hollywood, por ejemplo, el imperio estadounidense ha promovido la imagen “humana, heroica y altruista” de los agentes del FBI y la CIA. Son incontables las películas que tienen como protagonistas a agentes y mercenarios de estas instituciones del imperialismo estadounidense, mientras que “los malos de la película” son chinos, cubanos, rusos, árabes o quien sea el enemigo del imperio en el momento de lanzar la película.

De igual modo, vemos cómo a través del cine se promueven estereotipos de género, de lo que es ser hombre y ser mujer, presentando muchas veces la imagen del hombre activo, fuerte, que “puede con quien sea”, como el famoso Rambo o Supermán y la imagen de la mujer que “siempre necesita ser salvada”, como Luisa Laine o como “la tonta” que casi siempre genera los problemas.

Por otro lado, también se ha contribuido desde el cine a distorsionar la lucha de las mujeres por la igualdad al promover una pseudo “libertad sexual” a partir de la industria del cine porno. Sólo en el Estado de California de los Estados Unidos esta industria produce más de 10 mil películas porno al año, lo que supone unos ingresos de entre 4.000 y 13.000 millones de dólares. Esto quiere decir que los dueños de la industria del cine porno generan beneficios a partir de la distorsión de todas las luchas que han librado y todavía libran las mujeres del mundo, incluyendo las norteamericanas, por la igualdad y la libertad, distorsionando dichas luchas y promoviendo una pseudo libertad sexual, a la vez que se objetiviza el cuerpo de las mujeres y se trastorna también la noción de cómo se vive la sexualidad entre las personas.

Por tanto, es evidente que el arte tiene una intención preestablecida y siempre la ha tenido. Es una de las principales herramientas utilizadas por las élites de poder para contribuir a distorsionar la realidad y contribuir a la alineación y enajenación del ser, contribuyendo así a que las personas se conciban como entes pasivos en su propia historia y no como sujetos de transformación permanente y cotidiana de la realidad.

De igual modo, la visión elitizada del arte ha construido y tratado de diferenciar qué es arte y qué no es arte, cuyas definiciones promueven que el arte de las culturas imperiales es el arte, mientras que el resto de los pueblos del mundo producen “expresiones culturales, exóticas, folklóricas e interesantes como objeto de estudio para la antropología”, pero que no son arte. Por esto, desde la visión elitizada, por ejemplo, no se consideran arte los palos, las salves y los congos, puesto que, en primer lugar, es arte que se hace desde las grandes mayorías sometidas a las injusticias de este sistema de dominación, y en segundo lugar este arte es ejemplo y símbolo de la resistencia al colonialismo, puesto que no niega nuestro origen negro africano y asume la propia realidad étnica y cultural y la riqueza espiritual y diversidad religiosa que vive y es parte de nuestro pueblo. Es por toda la resistencia que simboliza el arte que se hace desde las entrañas y raíces del pueblo, que a las élites no les interesa promover que los palos, los congos, las salves, por ejemplo, sean identificados y reconocidos por la gente como arte.

En este sentido y para desarrollar la promoción del arte en sus diferentes expresiones, nos atrevemos a proponer que una de las resoluciones de este 11mo. Encuentro Internacional Arte y Revolución, sea retomar la Bienal Marginal y que al mismo tiempo sea dedicada a la memoria, la dignidad y el compromiso del inmenso Silvano Lora, artista, luchador comunista y antiimperialista. De esta manera, estaríamos rindiendo tributo a artistas de compromiso con un arte revolucionario y que siempre han militado en la vanguardia de los procesos por la transformación de la injusticia y la desigualdad.

Con respecto al compromiso de los y las artistas, a través de la publicidad, considerada un “arte de estos tiempos”, se ha promovido de manera más amplia un estereotipo del artista, como un ser disociado de la realidad, sin compromiso de ningún tipo y de que su arte no tiene otra intención más que la “libre expresión de su espíritu inspirado”. Por eso es tan común la imagen estereotipada de “un artista en las nubes o en el aire, desvinculado totalmente del mundo”.

Y lo peor es que muchos y muchas artistas se han creído esa historia, asumiendo una práctica a partir de lo que se espera sea su comportamiento. Muchas veces esto pasa por periodos de “crisis y vacíos existenciales”, “depresiones”, todo como parte de ese “proceso creador” que es presentado como un proceso tortuoso, sacrificante, doloroso y que es posible a partir del abuso de drogas y alcohol. Esta imagen y lamentablemente también práctica del arte a partir de la “locura” y la desconexión del mundo contribuye a crear también una separación entre la vida de la persona y su obra. Por eso es común escuchar que “ese tipo es un desgraciado, pero es buen artista”, como si no importara qué hace una persona artista en su vida cotidiana. Esto, a la vez, contribuye a la noción de que la persona artista no debe mantener ningún compromiso político o social.

Y decimos que lamentablemente esto no sólo es una imagen que se promueve, sino una práctica que han asumido muchos y muchas artistas de manera acrítica, teniendo como ejemplo a un cantante, icono del pacifismo, quien llegó a plantear que sus canciones en contra de la violencia no tenían nada que ver con lo que creía en su vida privada.

Es falso que los artistas son seres separados de su arte y que su arte no tiene un para qué. Es falso que una cosa es la obra del artista y otra cosa es su vida personal. Es falso que se pretenda separar el arte y la fuente inspiradora que permite lograrlo de la realidad social que nos rodea.

Nuestro rol es asumirnos desde un arte comprometido con la transformación y de una persona artista que por su sensibilidad sea asumida como parte de la vanguardia de los procesos de “Revolución permanente”.

Una de nuestras intenciones con este tipo de eventos, es lograr la articulación del movimiento artístico revolucionario, comprometido, irreverente ante toda forma de dominación y explotación, que denuncie la injusticia y promueva desde la canción y la danza, desde la poesía y la novela, desde la pintura y el cine, nuevas formas de relacionamiento basadas en la solidaridad entre los seres humanos; nuevas formas de relacionamiento de los seres humanos con la naturaleza, nuevas formas de comprender y asumir nuestro propio cuerpo como parte de un ser integral con una vida interdependiente, que promueva el amor como materialización positiva del poder y que, en ese sentido, se asuma dentro de la construcción de un poder amoroso como energía capaz de transformar toda situación, fenómeno o cosa.

Por esto, cuando hablamos de arte y cultura de solidaridad, hablamos de trascender la reducción que nos han querido hacer de la creatividad a lo cosmético. El arte en la construcción de una cultura de solidaridad se trata de desarrollar una creatividad que asuma la capacidad de transformar, de inventar, de construir relaciones nuevas, realidades nuevas, ideas nuevas, obras nuevas.

Se trata de que con nuestra creatividad, transformemos todo de manera permanente y en todo momento.

Se trata de hacer revolución siempre.

Se trata de seguir tocando las emociones de las personas con nuestro arte, no de una forma que les manipule, sino de una manera que contribuya a despertar la conciencia de las personas. Como lo hizo en sus obras Bertolt Brecht, revolucionario y artista del teatro, quien opuso al teatro alienante que hace que el público se pierda en los personajes y se olvide del mundo, un teatro que divierte a su audiencia, haciéndola pensar y evidenciando en sus montajes teatrales el sistema que marca las relaciones sociales que se dan en la misma realidad.

Se trata de que con nuestro arte denunciemos la injusticia, la desigualdad, la dominación y promovamos la confianza, la cooperación, la fe, el amor.

Se trata de que reconozcamos que la belleza es una construcción subjetiva, una convención social de lo que es agradable, de lo que deleita, de lo que divierte a partir de atributos específicos de lo que caracteriza una cosa. Por lo tanto, como construcción subjetiva, promovamos un nuevo arte que deleite y divierta a partir de los valores de la cultura de solidaridad. Que si hacemos reír a la gente no sea burlándonos de la negritud, de personas de otras nacionalidades o discriminando las mujeres. Si nos vamos a burlar de algo con nuestro humor, burlémonos de los corruptos, burlémonos de quienes engañan al pueblo con sus mentiras, seamos irreverentes ante los explotadores y opresores y dignifiquemos siempre en nuestro arte a las grandes mayorías.

Construyamos arte que una, libere y transforme. Hagamos Arte y Revolución.

Que la paz, el amor y la Justicia Global sean con nosotros y nosotras siempre.

Resistir hasta vencer o morir, Venceremos.

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El Dr. Ángel Pichardo Almonte es el Coordinador General de Justicia Global (www.justiciaglobal.com), una organización política y social internacional con sede en República Dominicana, que trabaja por la organización y la movilización social de las personas, con el objetivo de construir una sociedad caracterizada por la solidaridad, la igualdad, la justicia y el amor.

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