Manos y Retoño. Autor desconocido. |
María Rodríguez, La Sirena, se hizo eterna. Se fue cerquita, siguiendo los pasos de Margarito Aristigüieta, El coplero de Guareguare.
Es tiempo de la siembra, nuestras manos se funden con la tierra, abonamos pensamientos y regamos con la sal de nuestras lágrimas.
Así se ha hecho desde el principio. La semilla es tallo, es árbol, hoja y fruto, y semilla; así hasta el infinito. Si alguna vez hubo principio seguro es como el infinito, seguro que es como la semilla. Nuestros maestros hoy se hacen ancestros, cumplimos con el rito, así que lloramos y cantamos, pero nos toca sembrar.
Sembrar es seguir sus pasos, nutrir su obra, garantizar el sagrado alimento que nos hará trascender todo tiempo y espacio, que hará que la humanidad tenga razones para luchar y luces con las que vencer a las sombras. Sembrar es cuidar de la semilla, para que sea árbol y fruto y semilla de nuevo.
El Coplero de Guareguare y La Sirena, voces de Venezuela, cantaron a la tierra y a la mar, al campesino y al pescador, a los hombres y mujeres sencillos. Su testimonio, cuenta de un pueblo amoroso, bello y justo, valiente y alegre, ingenioso y feliz, que supera las dificultades riendo. Todo está en ellos, todo dentro de la semilla.
Es tiempo de sembrarlos. Después de ser árbol y fruto, Margarito y María son semilla de nuevo ¡Sembremos pues! Y tendremos con ellos maravillas que cosechar...
Margarito y la copla
Margarito
Aristiguieta nació el 25 de octubre de 1925, en Guareguare, un poblado rural de
los Valles del Tuy, estado Miranda. Gran cultor del joropo central o tuyero,
Margarito fue hombre del campo, sabio, risueño y de muy inteligente humor.
Vivió
sus años de infancia en su pueblo natal, donde iba a la escuela y labraba la
tierra junto a su padre. Pero su amor a la música le llevó a iniciar su carrera
como cantor de joropo tuyero a los 14 años de edad, entre remates de cosecha y
peleas de gallos.
Se
fue a Caracas, donde se hizo alumno del maestro Vicente Emilio Sojo.
Como
para crear y recrear, en la rica tradición tuyera, solo hacen falta dos,
arpisto y maraquero cantor, el coplero
de Guareguare, Margarito Aristiguieta, se convirtió en "la llave", la
maraca y la voz, que acompañara al
virtuoso del arpa tuyera y músico venezolano Fulgencio Aquino. Margarito
y Fulgencio se conocieron en 1950 y juntos recorrieron el mundo.
Margarito
Aristiguieta y Fulgencio Aquino crearon juntos temas inolvidables, como
"La Oración del Tabaco" popularizada por La Voz de Cumaná, María Rodríguez,
Semillas de amor y muchas otras.
Margarito partió el 11 de septiembre de 2014.
Una mirada de María
Nació en el Barrio Plaza Bolívar de Cumaná, el 2
de julio de 1924. Desde muy niña demostró su amor por la música y el baile,
participando y organizando las comparsas de su pueblo. La niña María decidió
dedicar su vida a la difusión del arte popular expresado en los cantos y
diversiones orientales.
María, a los diez años, bailó la diversión
oriental "La Sirena", nombre con el que se le reconocería durante el
resto de su vida. La negra joropeaba con gracia y su devoción por la tradición
de su pueblo la hizo amada.
Cantó aguinaldos, y en los Velorios de la Cruz
de Mayo rendía su homenaje con fulías y retaba con el contrapunteo. La Jota
Cumanésa, La Malagueña, y el Joropo con estribillo cumanés, también se hicieron
en su voz.
De su nutrido repertorio, conocimos: La Iguana,
La Mariposa, Soñé con el Mariscal, Los Dos Titanes y La Oración del tabaco.
La voz de Cumaná, viajó por Venezuela y el mundo
llevando el canto del oriente venezolano y por décadas educó en la Universidad
de Oriente, sembrando su gran conocimiento por la tradición de nuestro pueblo.
"La Sirena" fue reconocida como
Patrimonio Cultural Viviente del estado Sucre en 1994.
María tuvo siete hijos, a ellos legó su amor por
el origen. Pero más hijos e hijas hemos crecido a la sombra de su amor por la
tradición de nuestro pueblo.
Se hizo eterna el 29 de septiembre de 2014.
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