Uno habla,
incluso si no se da cuenta, obedeciendo los formatos lógicos, los modelos
sintácticos y los repertorios de palabras que, más o menos, conoce. Pocas veces
elegimos, muy pocas ponderamos y menos veces perfeccionamos nuestros relatos
con base en las necesidades dinámicas que tenemos, con base en los
interlocutores y sus exigencias o con base en lo que realmente deseamos. En
suma hablamos como podemos, a veces como queremos y no siempre como
necesitamos. Se nos quede invisible mucho y mucho queda silenciado.
La
realidad nos exige diariamente un esfuerzo revolucionario, en materia de
relato, para dejar de hablar como nos ha impuesto el modelo lógico-funcional
capitalista y comenzar a relatar, cada episodio de nuestra lucha, como lo
requiere la diversidad, lo nuevo y lo dinámico de las revoluciones sociales en
marcha. No se trata de mandar al basurero los manuales ni los diccionarios… se
trata de someterlos a la crítica de la praxis científica revolucionaria y
socialista que hoy nos demanda formas más ricas de contar la historia
emancipándonos de los modelos burgueses acartonados.
El
concepto “relato”, incluye uso palabras tanto como uso de otros recursos para
contar historias. Según la escuela que lo estudie, el relato puede ser un
fenómeno del habla o un fenómeno comunicacional más complejo... eso,
justamente, hace ver la importancia y urgencia de una gran Revolución del
relato en la que alcancemos, como nos es necesario, el método correcto de
observación y exposición. Hay que derrotar todo aquello que invisibiliza los
logros socialistas. Especialmente si la
invisibilidad comienza por las trampas ideológicas impuestas desde el modo de
relatar la Historia misma. Y en ese campo tenemos debilidades de todo tipo.
París.
Publicado en el Correo del Orinoco el domingo 21 de
octubre 2012
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